martes, 13 de febrero de 2018

TÚ Y YO, YO Y TÚ






Durante los primeros años de nuestra adolescencia juntos, fueron maravillosos. 

  La relación entre la edad verdadera que teníamos como niños y los procesos químicos que experimentábamos como adolescentes, se podría intentar explicar como aquellas mariposas en el estómago, pero esa sensación es inexplicable, hay que sentirlo... hay que vivirlo.
   Como un héroe ganador sonrío de nuevo, y voy a seguir jugando este juego. Seré un ladrón intentando robarte tus sonrisas y tu corazón. Sólo necesito tiempo y aunque a veces me hagas llorar en el intento, tendré la recompensa que quiero. 

  En el ahora, en éstos tiempos confusos, todos las situaciones que están pasando una por una, son recuerdos en el dolor y las lágrimas sufridas, pero que sólo serán eso, recuerdos.
   Cuando pasan los años, nos aferramos a personas, lugares y situaciones como si sólo esas cosas fueran el total de nuestra ínfima existencia. No creemos que fuera de ésos círculos pueda haber nada más importante para nosotros, pero sí las hay, personas hermosas como TÚ.
   
  Todos tenemos capacidad para hacer de todo y afrontar lo que se nos venga encima y aunque ésta sociedad competitiva cada vez es más injusta, insolidaria e incomprensible, debemos creer en nosotros mismos. 
  Ya se que no espero grandes resultados sin haber ofrecido antes grandes esfuerzos por nuestra parte, con lo cual aún así pienso y analizo conscientemente que si las oportunidades fuesen como los amaneceres, si uno espera demasiado, igual se las pierde.

   Tus coqueteos con el Lado Oscuro, me preocupan, pues caer en sus garras es más fácil, más seductor... y mola mazo. (JEJE)
  
  Creemos que el dolor es insoportable, que puede destruirnos, pero es eso, sólo creencia. Hasta que no lo experimentamos, no conocemos nuestros límites y al hacerlo, cogemos la vida con una fuerza que ya no hay nada que nos detenga. Un subidón de autoestima sin igual.
   Llega un momento en nuestra vida, en dónde tomar ciertas decisiones, pueden resultar traumáticas, y dónde las consecuencias pueden ser impredecibles.


  El cansancio y la monotonía, culpables quizás del descontento incluso consigo mismo, nos puede llegar a nublar el sentido del razocinio, coger una senda hacia adelante y no querer mirar hacia atrás, sin importarnos las críticas ni lo que dejamos.

  Fuegos que nos queman con dolor, soportando su intensidad que a veces nos llevan a un desmayo existencial inimaginable, que por mucho que le pidamos al Hacedor que nos libere de la tentación, sucumbimos cuál Titanic que navega por los abismos del océano, intentando esquivar los icebergs de la ignorancia de éste mundo.   

  
  Ciertamente y agradecido por ello, están a nuestro alrededor esos seres amigables, que por una u otra razón, nos dirigen con consejos más o menos acertados en un intento por dirigirnos rectamente por los caminos atribulados que a cada un@ nos toca transitar, aunque pensemos quizás que lo más sensato sería huir.

   Ésa voluntad que aún queda en nosotros, que a veces peca de fuerza de resistencia o así creemos que es, nos ayuda a soportar la tempestad que pulula por las alturas de nuestra irresponsabilidad, y que de vez en cuando nos sumerge en diluvios arrugándonos el corazón.


  Te empeñas en mostrar fortaleza... 


  ...pero es tu debilidad la que te hace humana, audaz y especial compañera de viaje de vida.



   Sólo nuestra confianza en la fortaleza de los caminos y puentes que se nos pongan por delante, nos ayudará en nuestra voluntad de conseguir llegar a la meta hacia la luz que hay al final del túnel.


  Sólo deseo que no te arrepientas nunca de nada, que lo disfrutes hasta el infinito y más allá.
 
   La clave consiste en persistir en nuestros pensamientos, en no creer que nuestro deseo igual fue un error, en no desanimarse después de cada día que te levantes, y de levantarse después de caer en oscuros pensamientos de arrepentimiento, pues nadie puede hacer que te sientas inferior si tú no se lo permites.

  Ya sabes que si quieres triunfar, no te quedes mirando la escalera. Empieza a subir, escalón por escalón, hasta que llegues arriba. Cuando pierdas, no te fijes en lo que has perdido, sino en lo que te queda por ganar.


  Nos conocimos hace 10, 20 años? Qué más da, el tiempo no importa, importa el momento, el ahora. Te doy gracias infinitas por estar ahí, a mi lado. 
 
  Y aunque pasen ardientes veranos y no pueda darte todo lo que quisiera, no importa que no sea un Grey ni me acompañen 50 sombras, sólo me importas tú y te daré lo que me pidas, pero en éstos momentos de delirio incandescente sólo quiero decirte una cosa sencilla, profunda y verdadera:


                                                    ¡ AILOVIÚÚÚÚÚ !






A. David Palacios

No hay comentarios:

Publicar un comentario