Se termina un año
más y con él se nos va el recuerdo de aquellos momentos vividos,
tanto tristes como alegres. Atrás se quedaron amigos, familiares,
penas y sonrisas. Un año lleno de momentos compartidos con nuestros
amigos y seres queridos.
Muchos días
levantándose muy temprano para llevar a cabo una lucha diaria de
trabajo estresante, problemas que solucionar y deseos que cumplir,
aunque no todos los que quisiéramos.
Unos días te
levantas con ganas de comerte el mundo y otros te quedarías acostado
y taparte la cabeza para no enfrentarse a los problemas, pero miras
al cielo y te convences a ti mismo que si no le echas valor al mundo,
nadie te solucionará los problemas.
Éste año ha sido
muy enriquecedor en todos los ámbitos, tanto profesional como en lo
personal. Se conocen amigos nuevos y desaparecen algunos que ya
tenías. Se sufre, claro que si, somos humanos, pero la vida nos
enseña que no hay un principio ni un final, sino un camino que
debemos de recorrer en la vida para aprender, para enriquecer nuestra
alma, pues al fin y al cabo, aquí estamos para aprender de la vida,
de los errores cometidos, para no volver a caer en ellos.
Un año donde el
cambio climático sigue haciendo estragos en nuestro planeta. Las
especies siguen desapareciendo de la faz de la Tierra y aunque nos
quieren convencer de que la culpa es de nosotros los seres humanos,
es evidente de que algo está cambiando a nivel mucho más grande del
que podemos percibir a nuestro alrededor, pues los cambios no son
sólo terrenales, sino también son espirituales.
Es un año donde por
fin podemos palpar ya grandes cambios a nuestro alrededor. Cambios
que la sociedad lleva demandando hace mucho tiempo y donde los
poderes fácticos no pueden demorarlos más, pues si seguimos como
estábamos, no sólo caeremos nosotros, sino que ellos también serán
arrastrados por la inercia que la ola devastadora dejaría a su paso.
Recuerdo que muchas
personas me decían sólo hace unos pocos años atrás que yo era un
catastrofista y harto pesimista, que lo veía todo oscuro. En cierta
medida yo tenía mis motivos porque yo no me fijaba sólo en los
acontecimientos de nuestro alrededor sino que me fijaba también en
lo que iba sucediendo en el panorama internacional.
Yo les decía que
vendría el fin del mundo, pero no de que el planeta fuera a
estallar, jajajaja, no amigos, sino el fin de un mundo viejo, triste
y mísero, dando paso a un mundo que espero que sea mucho mejor donde
la felicidad campe a sus anchas.
La felicidad no es
un destino, es la actitud con la que se viaja por la vida.
Promulgando mejoras y cambios por el bien común.
Y el cambio se daría
sutilmente, poco a poco y cuando menos nos lo esperemos, ya estaremos
inmersos en él, aunque ello conlleve indirectamente y sin nuestro
consentimiento el alargarnos el sufrimiento por años.
Si volvemos nuestra
mirada hacia el pasado y recordamos la historia, vemos que todo se
vuelve a repetir pero según la evolución de la sociedad en la que
en el presente se va desarrollando. Sólo hay que mirar el
espectacular avance en tecnología que la sociedad humana a
desarrollado en sólo unos pocos años.
Un año dónde
intentan por activa y por pasiva, amoldarnos a un cambio de
paradigmas donde antes era impensable y peligroso debatir siquiera lo
que estaba mal y por ende intentar mejorar para que la sociedad fuera
evolucionando según sus demandas. Ahora vemos que antes no tocaba,
sino ahora y poco a poco, sin estresarnos ni desvariar en locuras
absurdas y sin sentido que sólo sirve para provocar sufrimientos en
los más débiles y desfavorecidos. ( El que lea, entienda )
Se termina un año
2014 fabuloso, espectacular y maravilloso, dónde ha creado en la
gran mayoría una sensación de cambio y sensaciones positivas que
nos lleva a pensar que el año que viene 2015, será un año
especial.
Les diría que mis
palabras impregnadas en éstas líneas, igual os ha echo soñar y
aunque Calderón de la Barca dijo que los sueños, sueños son;
muchos seres de este planeta lleguen a soñar y se cumpla eso que
tanto anhelamos, paz y amor en la Tierra y en el hombre y mujeres de
buen corazón, buena voluntad.
A. David Palacios
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