Según los expertos, hay personas que
tienen una tendencia innata desde que nacen a estar en un continuo
estado de ansiedad y hay otras que la sufren de forma temporal por
alguna circunstancia vital. Éste último caso es
el que está aumentando en los últimos tiempos y además está muy
relacionado con el estrés.
Llevamos una vida
tan estresante y frenética que todos nos alegraríamos si el día
engordara unas horas más.
Son tantas las cosas
que nos creemos que no nos da tiempo de hacer que llega un momento
que nos detenemos y pensamos:
Dios pero qué me
pasa?
Dios tiene un plan
para cada uno de nosotros, así que no le preguntes porqué te pasa
esto o lo otro, mejor pídele que te muestre, qué quiere que
aprendas de ello.
Recapacitamos sólo
un poco y nos damos cuenta que todo lo que hemos querido adelantar,
se tronca en algún momento del día y todo el esfuerzo ha sido en
vano, así que como dice el refrán:
¡ Vísteme despacio que tengo prisa !
Toda acción tiene
una reacción y a veces, la vida prepara momentos difíciles y muy
duros que hay que afrontar. En la mayoría de los casos, las personas
no están preparadas para sobrellevar golpes repentinos y duros y se
hunden, llegando a la desesperación y la depresión, dándonos a
pensar que somos unos incomprendidos, que no somos capaces de salir a
flote.
Practicar y
desarrollar el pensamiento positivo y tener ilusión por algo, es la
mejor fuente para sentirse vivos, fuertes y poder hacer frente a todo
lo que venga.
Hay
que tener en cuenta una cosa, que cada mañana nacemos de nuevo y lo
que hagamos hoy es lo que verdaderamente importa, y
el que tenga valor de cambiar sus pensamientos, puede cambiar su
destino.
Uno
aprende a ser feliz cuando entiende que estar triste es sólo perder
el tiempo.
Se dice que la
felicidad y el entusiasmo se contagia. Y en cierto modo es cierto
porque es difícil permanecer neutral e indiferente en presencia de
una persona ( Isidro M.B. ) de pensamiento positivo, aunque a veces
creamos que esa persona finge, lo que a veces nos lleva a pensar que
cómo puede ser que una persona con problemas cómo los que tenemos
en esos mismos momentos, tenga una visión y una perspectiva tan
diferente de la que nosotros tenemos y por contra, nosotros lo vemos
todo negro y profundo?
Más importante que
creer tener la razón o imponerla es la comprensión. A veces creemos
que lo que necesitamos es una mente brillante que hable por nosotros
para así ser mejor comprendidos pero lo más importante es tener un
corazón que escuche.
Esa actitud quizás
nos lleve a pensar que igual nosotros no estamos echos de ésa pasta
que hay que tener como los demás, pero eso no es así.
Todos tenemos
capacidad para hacer de todo y afrontar lo que se nos venga encima y
aunque ésta sociedad competitiva cada vez es más injusta,
insolidaria e incomprensible, no esperemos grandes resultados sin
grandes esfuerzos por nuestra parte y si las oportunidades fuesen
como los amaneceres, si uno espera demasiado, igual se las pierde.
Ánimo, mi
experiencia personal me dio una lección de vida, no esperes a que
pase la tormenta, sino aprende a caminar bajo la lluvia.
A. David Palacios
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