viernes, 13 de junio de 2014

DIARIO DE MI PUTTA MILI - 1ª PARTE

Llegada a Ceuta.

Rondaba últimos de Agosto de 1,992. Yo con 18 años, iba camino hacia Sevilla capital en el autobús de línea de Los Amarillos recordando entre lágrimas la despedida que me habían echo mi familia y con un poco de miedo en el cuerpo, pues yo nunca había salido de mi Sevilla y menos de la península, destino: Ceuta.
Llegué a la estación del Prado de San Sebastián, me bajé del autobús y me dirigí hacia la cafetería a tomarme un café mientras esperaba el siguiente autobús que debía coger hasta llegar a mi siguiente destino: Algeciras.

Noté como a mi alrededor se iban agolpando otros reclutas como yo, pero mi timidez me impedía preguntarles cuál era su destino, pero a simple vista se veía, pues sus macutos los delataba.
Pasado un poco más de una hora, llegó el autobús que me llevaría a Algeciras en un viaje de una parada en 3 horas y media.
Cuando me acerqué al autobús me dí cuenta de que los otros chicos que estaban esperando también iban a mi mismo destino. Entonces mientras introducíamos los macutos en la parte asignada para tal fin, rompimos el hielo y comenzamos a saludarnos e intercambiarnos la misma pregunta:
- Eres recluta?
- Sí!
- A tí dónde ta tocao?
- A Ceuta y a tí?
- Anda al mismo sitio, jajaja!
Mientras nos subiámos y elegíamos asiento, me di cuenta que el 80 por ciento de los viajeros eran todos reclutas y pude comprobar como el miedo se reflejaba en sus ojos, pues la expresión de sus caras los delataba. Una mezcla de miedo, inquietud y sorpresa se reflejaba en sus rostros... y en el mío.

 
Me senté en un asiento cerca de la ventana en la parte derecha, pues nunca he ido de acompañante en un vehículo y así poder evitar que me entrase mareo, que es lo que me ocurre cuando me siento en el lado izquierdo.

Mientras me acomodaba en mi asiento, me relajé pues el viaje iba a ser largo para lo que yo estaba acostumbrado y me puse a recordar la despedida de mi familia y también aquel día que recibí aquella carta del ejército dónde me avisaban de mi pronta incorporación a filas en Ceuta, se me cayeron los palos del zombrajo, como decimos por aquí, pues nunca creí que me tocaría ése destino, en principio, tan lejano.

Después de un descanso obligatorio durante el trayecto, llegamos a la estación de Algeciras, nos bajamos, cogimos nuestros macutos y nos dirigimos hacia el puerto para coger el barco que nos llevaría a nuestro último destino.


Como anécdota recuerdo que mientras caminábamos hacia el puerto que habría un kilómetro más o menos, se nos acercó unos grifotas con navajas para robarnos, pues ellos sabían que los reclutas llevábamos algún dinero encima. No os podéis imaginar como corríamos asustados perdíos...jajaja
( Me río ahora, pero todavía me falta el aliento pues ni el Induráin en su bici nos hubiese ganado en una carrera en aquel momento, jeje )

Yo nunca había viajado en barco. Estaba nervioso, excitado, perplejo y yo qué se más. Eran muchas las emociones que se me agolpaban unas encima de otras y un sentimiento de aventura se me iba formando en mi mente.

Aventura pues con sólo con 18 años, con sólo el roce de mi familia, amigos y mi novia, ( no me olvido de sus lágrimas y aquel beso de despedida en un rincón de la parada de autobuses de mi pueblo con la promesa de que le escribiría en cuanto llegara al cuartel ), me encontraba en un barco, con gente desconocida en dirección al destino que se convertiría en mi hogar durante los siguientes 9 meses. 

Me fuí a proa para disfrutar de aquel mi primer viaje marítimo para disfrutar de las vistas y de la brisa salada y ya allí tuve contacto directo con algunos reclutas e intercambiamos impresiones, miedos e imaginábamos en voz alta cómo sería aquel kit kat en nuestras vidas en aquellas lejanas tierras.
Durante el trayecto, una manada de delfines se nos cruzó en dirección desde el Atlántico hacia en interior del Mediterráneo. Qué panorama tan hermoso. 

 
El trayecto duró apenas una hora y media y una sensación de temor, incertidumbre y angustia se apoderó de nosotros, cuando pudimos ver desde lejos como nos acercábamos al que sería nuestro destino, Ceuta, la Perla del Mediterráneo.



Continuará...





A. David Palacios

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