En la década de 1930 se encontró en México un cráneo muy peculiar. Peculiar tanto por su fisionomía como por su composición molecular. Se le llamó el cráneo STARCHILD o “El niño de las Estrellas” y tiene una antigüedad de unos 900 años.
El cráneo del Niño de las estrellas es un cráneo que algunos investigadores argumentan pertenece a una criatura extraterrestre, o un híbrido humano-extraterrestre. Los partidarios de dicha postura esgrimen un estudio de su ADN que descartaría su parentesco con la raza humana, sin exhibir más pruebas al respecto.
Sin embargo, la
opinión de la mayoría de los científicos que se han relacionado
con el tema es que se trata de un cráneo humano con una malformación
congénita.
Una de las primeras versiones de cómo se produjo el descubrimiento del cráneo fue hace unos 65 años en una cueva de un poblado rural cerca de la región de las barrancas del cobre, al sur del estado mexicano de Chihuahua, una adolescente estadounidense encontró dos esqueletos completos enterrados en el túnel de una mina, esa misma noche los dejó afuera de su casa de campaña y una tormenta se llevó los esqueletos y curiosamente sólo aparecieron al día siguiente los cráneos. La joven volvió a su casa en El Paso y guardó éstos cráneos durante toda su vida. Según el estudio de Carbono 14 los cráneos tienen una antigüedad de 900 años.
Según uno de los
primeros reconocimientos que se le hicieron al cráneo y que activó
todas las alarmas fue realizado por Melanie Young, enfermera de
cuidados neonatales que aseguró que no se trataba de ningún tipo
de malformación humana, por lo que decidieron cederlo a evaluación
profesional.
El cráneo pasó a manos de los investigadores estadounidenses Lloyd Pye y Mark Bean, quienes con la colaboración de empresas especializadas en genética como Trace Genetics CA USA, Instituto Royal Holloway de Londres, además, el apoyo del genetista Dr. Kem Paid junto a varios especialistas en química, Neurociencia y Craneofisiología han llegado a determinar que existe una probabilidad cercana al 90 por ciento que el cráneo extraño sería de un ser híbrido de madre humana y padre de una raza no conocida.
El director del
equipo de investigadores Lloyd Pye, hizo una afirmación muy
arriesgada ante la comunidad científica, afirmando que la existencia
de seres extraterrestres en nuestro planeta podría quedar demostrada
gracias a éste descubrimiento.
Uno de los cráneos
es totalmente normal y pertenece a una mujer joven, de entre 20 y 30
años, en cambio, el otro (el cráneo del Niño de las estrellas) se
le atribuyó a un niño de cinco años y muestra una serie de
alteraciones que no parecen propias de un ser humano.
Su morfología es
muy extraña, con abultamiento a cada lado de los ojos y con la parte
posterior alargada y aplastada. Además, las cuencas oculares son muy
superficiales, por lo que se supone que la criatura carecía de
movilidad en los ojos. En el 2003 se le realizaron pruebas de ADN y
los resultados fueron que los dos cráneos no están relacionados
genéticamente entre sí y además también resultó desconocido el
gen del padre.
Por otra parte, el
denominado foramen magnum, el agujero que se encuentra en la base del
cráneo y que lo une a la columna vertebral, se encuentra adelantado.
La leyenda del niño de las estrellas.
En cuanto al origen
híbrido de este niño, los indígenas que habitan la zona donde se
encontraron los cráneos cuentan una antigua leyenda sobre los niños
de las estrellas. Según estos relatos, que se remontan como mínimo
a dos siglos atrás, unos seres procedentes de las estrellas dejaron
embarazadas a varias mujeres que vivían en las aldeas más aisladas
de la región.
Después de dar a
luz a estos niños de las estrellas los criaban durante varios años,
hasta que sus padres regresaban del cielo para llevárselos. Debido a
la relación con estos relatos se ha reforzado en algunos grupos la
creencia de su origen extraterrestre (creacionismo alienígena).
Las posibles
explicaciones del origen de los dos cráneos van desde la creencia de
que los restos encontrados correspondieran a una madre que intentó
evitar que le arrebatasen a su hijo híbrido (descendiente humano y
extraterrestre), hasta la posibilidad de que se tratase de un adulto
y un infante exiliados de su comunidad por las malformaciones físicas
del menor y con ello evitar conflictos con su comunidad.
Otras explicaciones médicas señalan el uso de una cuna móvil, utilizada por los pueblos antiguos del norte del continente, en un niño con hidrocefalia, una posible braquiocefalia, o un posible caso de progeria.
En el 2003
realizaron un tipo de análisis de ADN para recuperar el ADN
mitocondrial del Starchild, el ADN que se encuentra fuera del núcleo
de las células, el cual proviene de la madre y su línea genética.
Esto significaba que
su madre fue humana. Pero no pudo recuperarse su ADN nuclear, el que
proviene de ambos padres, lo que indicaba que su padre no fue humano.
Un tema fascinante
donde cada vez toma más fuerza la teoría de los “ Dioses
Instructores “ y su intervención en la evolución sistemática
cada vez más evidenciada de la raza humana.
A. David Palacios
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