viernes, 15 de agosto de 2014

HERMOSAS ALMAS PERDIDAS

Era un día en la playa. Salí temprano a pasear como cada mañana haciendo el mismo recorrido. Aquella mañana corría una suave brisa que me dejaba un sabor salado en los labios. Las parejas pasaban corriendo en sintonía haciendo footing.

Miraba a mi derecha y noté cómo las olas se subían unas encimas de otras al compás del sonido estridente al llegar a la orilla. Miré a mi izquierda y allí estabas. Es una sensación que sólo sucede la primera vez;

                                               ¿Amor a primera vista?

No lo sé, pero sentí la imperiosa necesidad de conocerte. Me acerqué a ti y estabas haciendo flexiones, entonces me eché al suelo en idéntica posición y después de un saludo, comenzamos a charlar.


El esfuerzo del deporte nos obligada a hablar entrecortadamente y decidimos incorporarnos. Nos saludamos más protocolariamente y nos presentamos. Vaya, tenías mi misma edad. Te diste cuenta de que el sudor me corría por la mejilla y me invitaste a darnos un baño en la playa para refrescarnos. 

Por supuesto que acepté. Cuando salimos, caminamos un rato y empezamos a contarnos intimidades, entonces me pediste que si yo quería acompañarte a tomar un café y yo amablemente, acepté.

Cojiste tu toalla y fuimos a un garito de playa que en esos momentos sólo acababa de abrir y nos pedimos un café. Al tuyo pediste al camarero que le echaran un chorro de coñac. Yo, descafeinado con leche condensada y sacarina. 

Se nos pasó la mañana charlando entre risas y miradas cómplices, pero cuando nos fuimos a despedir, me dijiste que aquello sólo había sido un casual encuentro entre dos almas perdidas en la inmensidad de éste mundo. Nos despedimos.


Si te volviera a ver, volvería a tirarme a tu lado a hacer aquellas flexiones que no nos dejaban hablar y nos robaba la respiración. Hoy, bajo a pasear por donde mismo y miro a la izquierda y no estás. 

Pero miro a mi derecha y allí estaban las olas unas encima de las otras al compás del sonido estridente al llegar a la orilla. Qué maravilloso mundo inmenso habitado por hermosas almas perdidas.


Dedicado a aquellas personas que hoy día en el siglo XXI, sufren persecución por su orientación sexual. La homofobia, un fenómeno arraigado en todos los estamentos de nuestra sociedad actual y un misterio de cómo a lo largo de la historia ha ido evolucionando en decrimento de una humanidad libre dónde se cacarea a bombo y platillo eso de que Dios nos dió el libre albedrío y es lo que nos identifica con los demás seres del universo, lo especial que somos.

¡¡Qué cosas!!




A. David Palacios






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