viernes, 29 de agosto de 2014

DIARIO DE MI PUTTA MILI – 16ª PARTE

Éste fin de semana estamos castigados que no arrestados, por movernos en la formación. Pasó por al lado nuestro el relevo de la guardia y no pudimos evitar mirar quien era el pringao de hoy, jiji.
Así que nos quedamos el finde enCeutados.

Aquí en el cuartel no te aburres. Tenemos cine, biblioteca, cantina, gimnasio y un gran bosque por el que te puedes perder para escaquearte, hacer footing o símplemente pasear, eso sí, en grupo de más de dos pues sino los chismorreos malsonantes circulan como la pólvora.

Era domingo por la tarde, ya habíamos echo footing mis compis y yo y estábamos ya duchados y escuchando los walkman o escribiendo a nuestras novias. Ya serían las últimas cartas pues nos quedaba sólo un mes para licenciarnos, justo dos semanas después de regresar de las maniobras a Mazagón.

Eran las cinco de la tarde y la Petra propuso de bajar a Ceuta. Entonces lo echamos a suerte y ganó el sí, así que los sevillanos nos dispusimos a bajar a la ciudad hasta las diez de la noche, que era cuando debíamos de estar de regreso.

Entonces uno de nosotros debía de ir a la oficina del furri para llamar al taxi que vendría por nosotros, pero nos dimos cuenta de que teníamos justo para comernos un bocata con lata en el bar donde se reunían los soldados en Ceuta, llamado ! Qué de qué ! 

Sólo nos quedaba una opción, bajar a pié por el bosque y saltar por las vayas del zoo que había justo debajo fronterizo con los terrenos del cuartel. Y así hicimos.

Cuando ya nos pusimos en camino, a la Maruja se le olvidó coger la chaquetilla, pues para el regreso haría frío y con lo quejica que es, cualquiera lo aguanta.

Nos acercábamos a las vayas del zoo cuando la Petra escuchó unos ruídos extraños como buzos. La Petra se giró y tenía justo detrás suyo un toro con unos cuennos como antenas. Pegó un brinco y gritó:
- ! Corred, corred, corred !

Entonces salimos corriendo como posesos y el toro se puso a perseguir a la Maruja, el miedo le hizo entrar en modo turbo y nos adelantó a los demás sin apoyar los pies al suelo y se estrelló contra la vaya del zoo, pobre Maruja.

Qué chute de adrenalina nos entró. Qué pechá de correr.
Lavirgen pero a qué hortera se le ocurre comprar una chaqueta roja?

  


Continuará...



A. David palacios

 


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