domingo, 3 de agosto de 2014

The Big One


En los últimos 50 años, se han reportado una cantidad de terremotos de magnitudes superiores a 6 grados en la escala de Richter a todo lo largo de la falla de San Andrés, en dónde los sismólogos han encontrado indicios suficientes para dar la voz de alarma.
Desde hace unos años los expertos vienen avisando de movimientos sísmicos realmente preocupantes por la zona de la falla de San Andrés, donde California sería uno de los estados americanos donde previsiblemente se llevaría la mayor parte de destrucción en el supuesto de que se produjese un gran terremoto como así está previsto a corto plazo.

Un estudio afirma que el gran terremoto llegará antes de lo previsto en un devastador seísmo que sacudirá el estado en los próximos 30 años con una probabilidad del 99,7% y que podría dejar entre 2.000 y 15.000 muertos, además de al menos 50.000 heridos y una huella de destrucción que costaría reparar unos 200.000 millones de dólares.

 
"Un terremoto de gran magnitud puede ser más mortífero y destructivo que un ataque terrorista con una bomba nuclear. Afecta a un área mayor y a mucha más a gente", explica con gesto de preocupación Michael Contreras, director del Departamento de Emergencias de Los Ángeles

El Big One está mucho más cerca de lo que algunos pensaban. Su investigación demuestra que el territorio del sur de California sufre un gran terremoto entre cada 45 y 144 años y que, en esta ocasión, ya hemos salido de cuentas. El último seísmo devastador, de magnitud 7,8, sucedió hace 153 años.

Sin embargo los sismólogos han acelerado la cuenta demostrando que el Estado sufrió grandes terremotos en los años 1417, 1462, 1565, 1614, 1713 y 1857.

 
A pesar de que California está más preparada que otras zonas del planeta, según los cálculos de los servicios de emergencias, un terremoto de estas características podría acabar con la vida de una de cada 1.000 personas. De ahí que la doctora Grant Ludwig reconozca que es fundamental estar preparados. "Mucha gente piensa que, como los terremotos no se pueden evitar ni prever, no hace falta estar listos, pero se equivocan", asegura la sismóloga, quien insinúa que el Big One no va a ser como el terremoto de Northridge, de 6,7, que acabó con la vida de 72 personas y dejó heridas a 8.700. "En esta ocasión la sacudida será mucho mayor, lo suficientemente grande como para romper el suelo", advierte.


Actualmente todas éstas advertencias vienen dadas por el reciente crecimiento muy preocupante de la caldera del súper volcán Yellowstone.
Durante mucho tiempo, se creyó que el supervolcán que yace bajo el Parque Nacional de Yellowstone estaba dormido. 
Hasta que, en 1973, el geofísico Bob Smith observó un fenómeno curioso mientras trabajaba en el extremo sur del lago Yellowstone. Algunos árboles estaban sumergidos en el agua. En el extremo opuesto, en cambio, el agua había retrocedido de forma misteriosa. ¿Qué ocurría? El suelo se estaba abultando de nuevo.
Desde 1923, año en que los trabajadores del parque hicieron las primeras mediciones, el extremo norte se había elevado 70 cm, empujando el agua hacia la ribera meridional. Eso significaba que el volcán ¡estaba activo! 

 
De hecho, la morfología del parque no cesa de cambiar. En 1984, por ejemplo, la región central se hundió 20 cm. Más tarde empezó a elevarse de nuevo a un ritmo récord de 7 cm al año, aunque según las últimas mediciones, ha aumentado a un ritmo récord de alrededor de 8 cm. Los expertos se preguntan si Yellowstone entrará en erupción otra vez y, en ese caso, cuándo lo hará.
Es imposible saberlo con exactitud a falta de un patrón de conducta a seguir. El tiempo transcurrido entre las tres grandes explosiones que se conocen es de entre seiscientos mil y novecientos mil años. De la última ya hace 640.000, pero ello no significa que se produzca otra de forma inminente. 


Antes, quizás advertiríamos algunas señales de aviso. O tal vez no. Se supone que antes del cataclismo se tendría que producir un enjambre de terremotos, ya que generalmente son los precursores de las erupciones volcánicas.
Entre finales de 2008 y principios de 2009 hubo en Yellowstone una serie de 500 seísmos que puso a la comunidad científica en alerta, siendo el más intenso uno de 3,9 grados en la escala de Richter.

Si el volcán de despertara, las temperaturas bajarían drásticamente en todo el planeta y unido a la sucesión de sismos de elevada magnitud, crearía una situación apocalíptica jamás imaginada y recordando una profecía de Juan en el libro de las Revelaciones para los últimos tiempos:

“ Entonces hubo relámpagos, voces y truenos; y hubo un gran terremoto tal como no lo había habido desde que el hombre está sobre la tierra y no lo habrá jamás.” (Apocalipsis 16:18)






A. David Palacios

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