viernes, 9 de mayo de 2014

YO ZOY ANDAZULÍ

Yo zoy Andazulí

Andazulía, cuna de las civilizaciones antiguas en la Península Ibérica. Reducto de lo que fué el antiguo reino de Tarsis, con su tesoro del Carambolo, símbolo del arte que ya los ancestros artesanos de orfebrería poseían en sabiduría heredada casi desde los antiguos atlantes.
El rey Argantonio debió de estar mu orgulloso de ésta tierra. Tierra fértil desde un extremo del reino hasta el otro.

 
Inmensos campos de olivos madurando sus olivas al sol radiante casi todo el año para regalarnos después una de las riquezas de ésta tierra, su aceite.
Impresionantes viñedos de un excelente vino de cepa envidiada en medio mundo y apreciado en los cuatro puntos cardinales de la Tierra.
Emperadores y dictadores romanos mandaban llenar sus despensas con los productos de ésta tierra que muchos creían provenir de los mismos dioses.

Los dioses de la mitología antigua, cojiendo las ocho estrellas más bellas del firmamento, crearon para su deleite, una tierra mágica donde reposar y soñar hasta el mismísimo final de los tiempos.


Con una mención especial a ésas crianzas de la dehesa de Huelva, cerdo ibérico manchado de Jabugo, una raza porcina española originaria de Andazulía dónde su jamón es tan venerado.


Inclusive el mito del toro viene de muy antiguo y no sólo de ésos cuennos podemos presumir, porque ande me dejáis ésa tapita de caracoles acompañá de una cervezita bien helá.


Hasta el papa emérito Benedicto XVI, reescribió el mito de la Navidad afirmando que los Reyes Magos no procedían de Oriente, sino de Huelva.
Pero la verdadera riqueza radica en su gente.
Tenemos sangre tartesa, musulmana, judía, fenicia y griega...y hay quienes nos siguen viendo como estereotipos y tópicos catetos.


Somos un pueblo trabajador, culto y preparado que, para envidia de muchos, sabemos vivir la vida como muchos pudientes ya quisieran.

Nuestro sarcasmo de cómo vivir la vida es envidiado por casi todos los países del mundo. Ingleses, franceses y alemanes, por poner sólo un ejemplo, se llevan todo el año pensando en esas vacaciones inolvidables que disfrutarán en Andazulía.

Los japoneses alucinan con nuestro flamenco, heredado desde los mismos albores de los tiempos.

 
No renunciamos a estar en la calle sea la hora que sea, a echarnos la siesta inclusive si el terreno no lo permite, ya se adaptará él a nuestro cuerpo o a ir a todas las fiestas que se nos pongan por delante así llueva, ventee o caigan rayos y truenos.

Incluso nosotros mismos nos preguntamos a veces:
¡ Ea, ahora qué fiesta toca pishaaa?, pero aun así somos responsables, firmes y perseverantes en nuestro trabajo, capaces de arrimar el hombro en las situaciones más insospechadas y luego tomarnos una copa con los amigos aunque el cansancio nos pueda y aquí no pasa ná.


Un halo de misticismo y misterio nos corre por las venas. Al igual que un sentimiento de amor y sacrificio escenificado en los cultos, romerías y procesiones ancestrales.

Como vivo en Andazulía, soy andazulí, hablo andazulí y como andazulí me alimento de la esencia del mediterráneo.
Y es que el andazulí no es sólo un acento, es un idioma con contenido del cual presumir, una forma de existir, un pensamiento sin igual. Zomos como zomos.

                                        ¡ Zi es que no ze pué aguantá !



 
( “Andazulía” se transcribió de un error que pronunciara su expresidente D. Manuel Chávez en uno de sus discursos )



A. David Palacios

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